La comunidad es medicina: mi experiencia personal en AMMEV
Artículo escrito por la Mta. María Mirón, miembro del equipo AMMEV, psicóloga clínica, investigadora y profesora universitaria.
1 Mayo 2025
Pertenezco a varias comunidades profesionales, y recientemente me encontré a mí misma reflexionando sobre las dos asociaciones que más habían impactado mi carrera hasta este año: la APA (American Psychological Association) y la APCS (Association for the Psychoanalysis of Culture and Society). Estoy profundamente agradecida con ambas, pero mi experiencia en ellas no podría ser más dicotómica, y justo su contraste me ha invitado a plantearme una pregunta que se evidencia cada vez más central para la salud integral: ¿qué es una comunidad?
Mi historia con la APA comenzó en 2015, cuando obtuve el Scholars Award de la División 39. Me ilusionaba ser parte de la APA, pues prometía un acceso directo a una red de contactos envidiable, con oportunidades para compartir conocimientos con los mejores expertos del campo y tener como mentores potenciales a catedráticos de diferentes Ivy Leagues. Después de un par de años que permitieron que la idealización pasara, me percaté de que ese tipo de redes verticales e hiper-segmentadas, aunque son valiosas a su manera, no me ofrecían lo que más necesitaba: un espacio auténtico de comunidad, un lugar donde mi voz pudiera realmente impactar el entorno y donde los cambios no se quedaran solo en el nivel de teoría.
Por otro lado, APCS es una organización más pequeña, más íntima, en la que la única forma de asistir al congreso es como ponente. Ahí la dinámica es horizontal, una conversación continua de tres días entre pares, donde las jerarquías desaparecen y el intercambio es genuino. Fue en esta organización donde, por primera vez, experimenté la esencia de una verdadera comunidad profesional, un espacio de apoyo mutuo y compromiso, que fue mucho más allá de las fórmulas tradicionales de redes académicas o científicas. APCS me impactó tanto, que después de voluntarearme 4 años consecutivos, en 2023 me invitaron a formar parte del Board.
Ahora, en mi rol dentro del equipo de AMMEV, he comenzado a ver cómo esta visión de comunidad se traduce directamente en la Medicina del Estilo de Vida (MEV). Mi motivación para compartir mis regalos en AMMEV, viene de observar que allí la comunidad no es un espacio pasivo. Sabemos que el cambio no se logra únicamente con políticas o medicamentos, sino con la colaboración constante, en el compartir aún cuando no convergen nuestras experiencias. Como psicóloga clínica, diariamente me queda evidenciada la importancia del sentido de pertenencia, la creación de significado, el apoyo social y el compromiso mutuo para el bienestar, y me alegra observar en AMMEV una cultura edificada por estos elementos.
Es por eso que, al igual que en APCS, en AMMEV he descubierto la importancia de tener un espacio donde no solo intercambiamos conocimientos, sino que compartimos nuestras experiencias personales, nuestras ideas y nuestros desafíos sobre cómo mejorar la calidad de vida de los pacientes y sobre cómo volver nuestros esfuerzos sostenibles y congruentes con las vidas que queremos construir. Aquí soy orgullosamente parte de una comunidad con perspectiva sistémica y no egocentrista, donde médicos, nutriólogos, psicólogos y otros profesionales de la salud trabajamos en conjunto, la jerarquía se difumina, y el trabajo colaborativo y multidisciplinario se vuelve la base de nuestras prácticas. Aquí me siento como en casa, en el sentido de que cada uno “hacemos falta” de manera individual e irremplazable cuando no estamos.
Comunidad para AMMEV, es una propiedad emergente de la complejidad de los regalos que comparten sus miembros. Es un espacio liminal, donde la transición entre el "yo" y el "tú" se da a través del trabajo conjunto. Comunidad en este contexto es diálogo, es sostenernos mutuamente, es comprender las narrativas, trayectorias y vivencias que nos atraviesan. Es un lugar donde escuchamos más allá de las referencias científicas y las prácticas, es donde nuestras historias personales se entrelazan con la teoría y nos permiten generar cambios palpables en la vida de los pacientes. Comunidad es no traicionar la responsabilidad de nuestra vocación sobre-simplificandola, sino construyendo y soñando nuevas maneras de accionar.
Mi trabajo en AMMEV me ha permitido comprender vivencialmente que la MEV no se trata solo de cambiar hábitos individuales, sino de crear comunidades de apoyo, tanto dentro como fuera de los consultorios. Los pacientes no cambian únicamente por las prescripciones o los consejos de un profesional, sino porque tienen el respaldo de un entorno que fomenta y sostiene esas transformaciones. La comunidad que se ha co-construido es un reflejo claro de este principio: no estamos aquí solo para tratar enfermedades discretas, sino para restaurar la salud de manera ecosistémica, sostenible, e integral.
Al final, la pregunta que me motiva a unirme a una asociación profesional de salud no es solo "¿cómo puedo aprender más?", ni siquiera ¿”cómo puedo mantenerme a la vanguardia?”, sino más bien ¿de qué otras maneras puedo compartir mis regalos con mis colegas?, o ¿cómo más podemos seguirnos nutriendo, impulsando y sosteniendo entre todos?